El TEA es el término que se utiliza actualmente para englobar antiguas denominaciones del mismo trastorno como el trastorno generalizado del desarrollo (TGD), trastorno autista o asperger. En cuestión de gravedad es poco esclarecedor, ya que como su propio nombre indica es un espectro que abarca un amplio abanico de afectación. Las dificultades y características son muy variables dependiendo de cada caso.
Durante mucho tiempo, las personas que se encontraban en el extremo de menor gravedad del espectro no eran diagnosticadas, sino que se asumía que sus características eran peculiaridades de su personalidad. Hoy en día, sin embargo, se ha avanzado mucho en el entendimiento de estos trastornos. La diferencia en la calidad de vida y el desarrollo de las personas que han recibido atención psicológica en la infancia frente a los que no la han recibido es enorme y cuanto más temprana sea la intervención más eficaz es.
Existen falsos prejuicios sobre que los niños/as que comparten estas características tienen un carácter frío y poco afectuoso, pero es un mal entendimiento de su situación. Sin la ayuda y la facilitación necesarias puede que opten por un retraimiento social de manera defensiva por el malestar que genera las dificultades en la socialización. El tratamiento trata de acercarse al mundo personal de cada uno con respeto y afecto para entenderle y ayudarle a adaptarse a su entorno. El objetivo principal es buscar la felicidad del niño/a y en segundo lugar su autonomía y capacidad para adaptarse a las necesidades de su vida.
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